Mons. Araya consideró una “bendición” la llegada del Cura Brochero a Traslasierra
San Pedro (Córdoba) (AICA): El obispo de Cruz del Eje, monseñor Ricardo Araya, presidió la misa por los 150 años de la llegada del santo Cura Brochero al curato cordobés de San Pedro, en Traslasierra. “¡Que nos abrace el poncho de Brochero! que desde el cielo ‘nos eche su bendición’. Que nos ayude a todos en lo que hoy venimos a pedir por su santa intercesión”, pidió.
El obispo de Cruz del Eje, monseñor Ricardo Araya, presidió la misa por los 150 años de la llegada del santo Cura Brochero al curato cordobés de San Pedro, en Traslasierra.
“Hace 150 años Dios nos bendecía con la llegada de San José Gabriel del Rosario Brochero a San Pedro”, subrayó.
Tras hacer una reseña de la historia de la vieja capilla construida en las primeras décadas de 1800 y las circunstancias políticas que rodearon su destrucción y el proyecto para volver a levantarla.
“Y llegó el Cura Brochero con 29 años de edad y cuatro de ordenado sacerdote. Encontró un templo en construcción, pero sin recursos para continuar. Con la ayuda de estudiantes del Seminario de Córdoba terminó de techar la capilla de una sola nave y celebró con toda solemnidad la fiesta de San Pedro Apóstol”, recordó.
“Hace 150 años Brochero llegó hasta estas periferias. La gente del lugar lo conoce bien desde hace mucho tiempo. Lo conoce bien porque escuchó contar en sus casas las historias del Cura Gaucho. Lo conocieron gracias a los relatos de los bisabuelos, los abuelos, de muchos de ustedes”, destacó.
El prelado señaló que “lo recordaban montado en su célebre mula malacara, infatigable, virtuoso, celoso en su ministerio sacerdotal, al que dedicaba todo el tiempo; salvo cuando paraba un rato para tomar unos mates y fumar algún cigarro en chala con tabaco serrano”.
“Salió de Córdoba Capital, pero sobre todo salió de sí mismo, se olvidó de sí; para entregarse con los demás al servicio del bien común. Si él se benefició en algo fue porque era un miembro más del curato. Llegó y se quedó con los serranos. El siempre estaba con ellos y era de ellos. Reconocía la dignidad de todos. Era agradecido, se autocriticaba con sencillez, se defendía con objetividad. Las sierras son testigos mudos de tanta generosidad”, destacó.
“Cuidar de su gente es lo que lo definía. Era un cura en el pleno sentido de la palabra, era un señor cura. Sin divisiones, estaba siempre presente de cuerpo entero, con todo su ser, con todo su haber. Atento a la realidad y proyectando a largo plazo”, agregó.
Monseñor Araya exclamó: ¡Qué capacidad tiene Brochero de provocar esperanza y dignidad, y por eso construir amistad verdadera!”, al contar su relación y su intento de convertir a Santos Guayama, el bandido que asolaba la zona.
Y citó una de las cartas que Brochero le envió: "Don Santos: ‘son tantos los deseos que tengo de verlo y estrecharlo entre mis brazos que los días me parecen años. Ojalá Dios me hiciera el favor de proporcionarme los medios de verlo en la expedición que haré a los llanos de La Rioja’”.
“¡Que nos abrace el poncho de Brochero! que desde el cielo ‘nos eche su bendición’. Que nos ayude a todos en lo que hoy venimos a pedir por su santa intercesión. Que nos ayude a trabajar con otros por el bien de todos; en este pueblo, en Córdoba, en la Argentina de hoy”, concluyó.+
Texto de la homilía