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El Eco
DIEGO ARAUJO

“Se debe trabajar en la reinserción sólida de la persona que delinque”

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Diego Araujo es abogado defensor del Poder Judicial de Tandil. Compartió su experiencia y habló del fracaso del sistema penitenciario.

Por Verónica Cumar (*)

El abogado Diego Araujo estudió en La Plata. Comenzó con su propio estudio jurídico junto a un socio. En 1999 ingresó al Poder Judicial. Trabajó como instructor judicial en la fiscalía de Tandil y fue fiscal en el departamento judicial de Dolores durante cuatro año, hasta asumir el cargo de abogado defensor hace doce años.

-¿Cuáles son los delitos más habituales en Tandil?

-Son los que tienen que ver con la infracción a la propiedad; después hay un gran número de delitos contra la integridad de las personas, que son las lesiones leves. Hay algunos que tienen que ver con la libertad de la persona, son los delitos de amenazas. Existe un número cada vez mayor de delitos contra la integridad sexual. Los homicidios son menos, pero resultan ser casos más resonantes, tienen mayor repercusión pública. En los últimos tiempos hay muchos delitos asociados a violencia familiar. Se han creado también estructuras que han facilitado el acceso a la justicia, se creó una Comisaría de la Mujer, hay una mesa que trabaja con toda la temática de la violencia de género, hay una ayudantía fiscal especializada. Todo eso ha contribuido a que se denuncien más los hechos y que se investiguen con mayor profundidad.

-¿Los delitos recaen en mujeres, hombres, jóvenes o adultos?

-La mayoría de las actuaciones penales corresponde a hombres; el porcentaje de mujeres imputadas es bajo en toda la provincia de Buenos Aires. La mayoría de la población penitenciaria tiene personas que no han tenido empleo en el último tiempo o que tienen empleo a tiempo parcial y, en un gran porcentaje, no han terminado la escolarización primaria, son hombres jóvenes con escasa instrucción y con condiciones de trabajo precarias. Es para tomarlo en cuenta y eventualmente, trabajar sobre eso.

-¿Cuántos casos llegan al juzgado?

-En la fiscalía están entrando aproximadamente alrededor de cuatrocientas causas mensuales. No todas esas causas llegan a la defensoría, porque únicamente nosotros intervenimos cuando hay una persona identificada e imputada en una de esas causas. Las que llegan a juicio son menos y las que llegan a debate oral y público no deben superar el cinco por ciento. Durante toda la etapa que dura el proceso penal, hay diferentes maneras en que terminan los procesos, hay resoluciones que se llaman salidas anticipadas, que tienen que ver con la alternativa de los archivos condicionales. La etapa de instrucción tiene la posibilidad de suspensión de juicio a prueba en la etapa intermedia; los juicios abreviados son un acuerdo entre el defensor, el fiscal y el imputado con relación a la calificación legal y a la pena, allí se renuncia al juicio oral y público y el proceso penal termina de esta manera.

-¿Cómo son los tiempos que maneja el Tribunal?

-En términos generales, las causas graves llegan más o menos rápido a juicio, luego el proceso de flagrancia tiene términos muy cortos que, por lo general, tiene un tiempo mucho menor que cualquier causa ordinaria; luego hay causas que tardan una enormidad. La normalidad, en las causas graves, es cercana a los dos años, ya con juicio.

Mirada personal

-¿Por qué hay reincidencia delictiva?

-Esto es un fracaso del sistema. Tanto la Ley Nacional como la Ley Provincial de ejecución de la pena tienen por objetivo o finalidad la reeducación, la sociabilización, la reinserción de la persona al ámbito de la sociedad. La realidad es que el sistema no está funcionando como debe, hay muchos problemas. Muchas veces, entre la cárcel y el medio libre, no hay espacios intermedios de contención.

-¿Por ejemplo?

-Específicamente me estoy refiriendo a que cuando un muchacho sale de la cárcel, a veces no tiene oportunidades reales de poder trabajar o capacitarse mientras trabaja, eso hace que se encuentre en una situación de desamparo. Eso los lleva a tomar decisiones incorrectas y nuevamente a incidir en la producción del delito.

-¿Cómo debería ser entonces la intervención?

-Existe la necesidad de crear en lo inmediato, por lo menos cuando un muchacho sale de la cárcel, un ámbito de contención para que pueda estar trabajando en forma inmediata, hasta que se pueda acomodar. No es fácil el proceso de reinserción, de socialización luego de haber estado un largo tiempo detenido, porque se lo aparta de la familia, de los seres queridos, de la dinámica propia de cualquier sociedad y, por lo tanto, cuando acceden al medio libre nuevamente, les cuesta muchísimo volver a insertarse en esa dinámica. Además cuando alguien sale de la cárcel se encuentra, de alguna manera, estigmatizado. Cuando le preguntan si tiene antecedentes penales o no, la sola referencia de que ha estado preso, indica un obstáculo muy fuerte para que vuelva a trabajar. Dicen que se le debe dar una oportunidad a la persona que está detenida, pero en lo concreto esto no es así.

-¿Tiene alguna idea o proyecto de poder modificar el sistema?

-Sí. Nosotros hemos estado trabajando en un proyecto de ordenanza para que el Estado brinde una solución provisoria. La idea es que para todas las personas que han estado detenidas, una vez que se les otorgue la libertad condicional, asistida o que hayan agotado la pena, el Estado cuente con un programa laboral que los inserte de forma inmediata. El Estado municipal tiene muchas áreas en las cuales pueden realizar diversas actividades, desde tareas en obras públicas hasta empresas concesionadas de servicios públicos. El Estado municipal se encuentra en mejores condiciones que cualquier empresa particular para brindar una salida inmediata, esto duraría entre seis meses a un año. La persona luego ya estaría en un ámbito de haber ayudado a la familia y reinsertado al ámbito laboral, y con ello se encontraría en mejores condiciones para conseguir otro tipo de trabajo.

-¿Puede compartir una anécdota de su trayectoria?

-Cuando llegué a Dolores siendo fiscal, fue tragicómico. Hacía poco que había llegado, estaba de turno y me llamó la policía porque había un homicidio de una mujer, entonces me fui con un instructor judicial al lugar del hecho que era la casa de esta mujer. El lugar estaba preservado, es decir, nadie entró a la escena del delito hasta que llegó el médico y la Policía Científica, aguardamos porque el médico no llegaba. Primero llegó la Policía de Seguridad, después la Policía de Investigaciones, luego la Policía Científica, pero faltaba el médico. El llamado lo había hecho un sobrino de la víctima. Él la había ido a visitar y había visto que tenía la puerta de la cocina abierta, un vidrio roto, la cocina estaba desordenada y la mujer estaba en la cama. Él había golpeado muchas veces y no respondía y denunció el hecho por estas características. Entró el médico, detrás el fotógrafo, la gente de fiscalía, la Policía Científica. Llegamos a constatar la puerta abierta, el vidrio roto, una silla tirada. En la habitación estaba la mujer tendida en la cama. La médica, antes de examinarla, dice ‘foto, quiero fotos’ y entonces la fotógrafa le saca la frazada a la mujer y cuando va a sacar la foto, la mujer abre los ojos y dice ‘¡uy, qué frío!’. Estaba viva, la pobre mujer era alcohólica y el viento había golpeado la puerta e hizo que se rompiera el vidrio y tirado la silla. La mujer estaba tan borracha que no le contestaba al sobrino. Fue un papelón y, al otro día, el diario de Dolores sacó el titular, ‘La fiscalía revive a la víctima’.

(*) Esta nota forma parte de la serie de doce reportajes realizados bajo la tutela de la profesora Carolina Cordi por diferentes alumnos de Práctica Profesional 1 de la carrera de Comunicación Social para el desarrollo del ISFD y T 10 de Tandil, cada uno de los cuales eligió a un entrevistado.