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Por el ruido, ocho de cada 10 reportes ciudadanos en ZMG

Cuatro de cada 10 visitas al médico son por problemas relacionados con sonidos altos; alertan daño en jóvenes por el uso constante de audífonos a volumen alto  

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Desde que Maritza vive en la Colonia José María Vigil, en Guadalajara, no ha podido dormir bien. 

Ella cuenta que unas cuatro veces a la semana se escuchan marrazos de fierro a un lado de su casa: el ruido que no le permite descansar proviene de un taller de herrería que no está debidamente establecido. 

Debido a esto, optó por llamar a la Policía para que sus agentes acabaran con esa molestia, pero “ni sus luces”. 

Ahora sólo espera cumplir el año para que el contrato se venza y pueda cambiarse de domicilio, pues tampoco quiere confrontar directamente a los responsables por miedo a que le hagan algo.

De acuerdo con los reportes del Sistema de Información y Gestión Metropolitana, del Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan), 946 de los mil 162 reportes que han recibido de 2017 a la fecha han sido por ruido: ocho de cada 10.

Con 371 casos, Zapopan lidera el conteo  por esta causa en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG). 

En segundo lugar está la capital del Estado, que registra 304. 

Sin embargo, la Comisaría tapatía señala que al municipio han llegado otros 942 llamados por este motivo desde 2017. De acuerdo con la dependencia, la mayoría se documenta de jueves a domingo. 

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En el caso de Zapopan, el comisario Juan Pablo Hernández indica que es visible que han crecido las quejas por ruido excesivo en fincas particulares. Este año van mil 642. 

El funcionario justifica que a veces no llegan al lugar porque los fines de semana atienden otras emergencias. 

Ruido aumenta las consultas por enfermedades del oído

La contaminación auditiva es un problema que aumenta cada año, sobre todo, en ciudades cada vez más industrializadas como Guadalajara y, con ese aumento, también hay más enfermedades del oído.

De acuerdo con Alejandra Guerrero, jefa del Departamento de Otorrinolaringología del Hospital General de Occidente (HGO), de todas las consultas, cuatro de cada 10 asisten por problema auditivo derivado de la exposición a ruido y el número ha aumentado hace cinco años a la fecha, aunque no tiene datos exactos.

“La mayoría tiene más de cinco años con el problema, pero no tenemos la cultura de hacernos chequeos constantes”, explicó la especialista.

La principal enfermedad es la hipoacusia neurosensorial, o pérdida del oído, por exposición constante al ruido.

De hecho, según los registros del Órgano Público Descentralizado (OPD) Servicios de Salud Jalisco (SSJ), los egresos hospitalarios por esta enfermedad también han subido. Por ejemplo, en 2015 hubo seis, mientras que en 2018 la cifra fue de 78. Este año van 26 hasta octubre.

Guerrero señaló que al día podemos tener un traumatismo acústico, que se da por la exposición a más de 80-85 decibeles, los cuales hay en la vida cotidiana. Además, aproximadamente la mitad de la población se encuentra en constante exposición al ruido.

También informó que, desde hace dos o tres años, los jóvenes a partir de 20 años representan de 10% a 15% de las consultas, sobre todo, por el uso constante de audífonos a un volumen más alto del recomendado.

Por ello, la doctora recomendó tomar exámenes de audiometría desde el primer momento en que notamos déficit en la audición. “Lo principal es generar conciencia en la gente y que conozca que es una enfermedad que aumenta año con año y nos deteriora la calidad de vida”.

Enfermedades por ruido voluntario

El ruido voluntario es el que producimos por gusto propio y no porque se imponga en el lugar en el que nos encontramos.

Un ejemplo es el alto volumen de los audífonos. De acuerdo con la jefa de Otorrinolaringología, gracias a ello las consultas de jóvenes a partir de los 20 años han ido en aumento.

“La mayoría de los audífonos son chiquitos y llevan una vibración más brusca. Se recomienda usar de diadema a un volumen que no superen 60% y dar descansos auditivos cada hora”, indicó la especialista.

Además, ese ruido también envejece el oído. Según señaló Martha Georgina Orozco, investigadora de la Universidad de Guadalajara (UdeG), a nivel internacional se estima que las personas de entre 20 y 30 años tienen la audición como una de 60, como consecuencia de la constante exposición a los altos niveles de ruido.

Ley antirruido no es toda la solución

Martha Georgina Orozco (investigadora de la UdeG)

Aunque la Ley antirruido ha ayudado a mitigar el problema, sobre todo en zonas comerciales, no es una solución de fondo, pues también se requiere el establecimiento de zonas críticas y zonas de confort acústico con ayuda de pantallas antiruido y áreas verdes.

“Todos estamos expuestos al ruido, por ello necesitamos que la ley no sólo contemple la medición de volumen, sino también la molestia que genera a la gente”, dijo la experta.

Agregó que también se requiere sensibilización y educación por parte de la población.

“Tienen que ser sensibles a que todos nos vemos afectados por el ruido. Que los establecimientos no reciban la exigencia por parte de los clientes de aumentar el volumen de la música, y que hagan acondicionamiento”, señaló.

Además, señaló que en la legislación también se deben promover los espacios abiertos y más áreas verdes, pues el ruido se conduce a través del aire y al “chocar” contra los árboles pierde energía, por lo que ayuda a contrarrestar el ruido.

“Todos somos corresponsables de la generación de ruido en la ciudad, así que todos debemos hacer la parte que nos corresponde en términos de unir esfuerzos para mejorar las condiciones de la población”, finalizó.

Actualizarán mapa de ruido

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A partir del próximo año, el mapa de ruido del Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG) será actualizado con ayuda del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la UdeG.

La última versión del mismo data de 2011 y la Zona Centro de Guadalajara era la más conflictiva, pues sobrepasaban los 70 decibeles. Sin embargo, con obras como el Paseo Alcalde, este ruido pudo haberse disipado.

Juan José del Toro, investigador del IIEG, adelantó que se tiene la hipótesis de que la zona de Chapultepec será la más ruidosa.

También buscarán obtener registros administrativos de cuántas quejas reciben al día para obtener un indicador y manifestó que en los meses de septiembre y diciembre hay un aumento en el número de quejas: “Así como hay un par de picos, también habrá bajas”.
 

Vivir junto a un centro religioso

En Paseo de los Agaves, Tlajomulco, vive Carolina desde hace siete años. Cuando llegó, le dijeron que evitara hacer ruido, sin embargo, al poco tiempo, en la casa de al lado, comenzaron a llegar integrantes de un grupo religioso.

“Y no había problema, hasta que aumentaron las personas. Cantan, gritan y lloran y ahora ya es diario. De nueve a 10 de la mañana y de seis a nueve de la noche. También los domingos en las mañanas”, se quejó.

Indicó que lo han reportado hasta con los policías que pasan por la zona, pero les dijeron que era inútil hacerlo que lo mejor era “vengarse” con un ruido más alto, “porque tienen contactos con altos funcionarios”.

“Nosotros respetamos todas las religiones, pero es muy molesto. Tengo siete años viviendo así y hasta pensamos en irnos, pero no vale la pena rentar otra casa si tenemos la nuestra”, explicó.

Además, no sólo es el ruido, sino también la basura, pues mientras los adultos “ensayan” y tienen celebraciones dentro de la casa, sus hijos se quedan afuera y “hacen desastres”.

“Me tuve que cambiar de casa”

Hace un año y medio, Claudia y su esposo comenzaron a vivir en un departamento de Campo Bello, en El Salto. Apenas llegaron, los problemas no se hicieron esperar.
Vecinos de otro departamento tenían música alta casi toda la semana hasta las tres o cuatro de la madrugada. Al principio, su esposo les reclamaba, pero, al estar muy borrachos, no lo tomaban en serio.

Unos meses después, Claudia se embarazó, pero ni por eso sus vecinos pararon: “Les valió. Estaban afuera de mi casa hasta fumando mariguana”.

Ante ello, le llamaron a la Policía municipal y sí acudieron, pero luego no pasó nada.

“Sí le bajaron poquito, pero luego otra vez. Llegamos a reportar varias veces de un número vecinal, pero al final me tuve que cambiar de casa porque era imposible vivir ahí. Esperé a que se cumpliera el contrato de un año y me fui”, finalizó.