Quemad la 'Enciclopedia Álvarez': por fin un libro fundamental libera al Cid del mito
El historiador David Porrinas ha escrito una biografía espectacular: 'El Cid: historia y mito de un señor de la guerra', un descomunal trabajo, resultado de veinte años de investigaciones obsesivas
by Juan Soto IvarsEl Cid Campeador llegó hasta nosotros cubierto de mierda: una figura adulterada por siglos de mito y propaganda. No hubiera sido un personaje fácil de rastrear por los historiadores en cualquier caso, puesto que las huellas de su caballo desaparecieron del mapa hace casi mil años. Desde entonces, muchas figuras políticas, desde Alfonso X hasta Francisco Franco, pasando por nuestros patrióticos románticos del siglo XIX, eligieron a Rodrigo Díaz modelo de arrojo, fe y hombría para construir país, y con este tratamiento distorsionaron más todavía su estela.
Admito que la fascinación era comprensible entonces y que lo sigue siendo. La prueba es el western 'Sidi' de Arturo Pérez-Reverte, que ha elegido un tramo temprano de la cabalgada del Cid para recrear, con conocimiento histórico e imaginación de novelista, la atmósfera fronteriza de los reinos de taifa. En las páginas de Pérez-Reverte, manadas salvajes de tipos duros cabalgan por un escenario violento al servicio de bandoleros con espada. Las lealtades se miden más por el valor en la batalla que por la religión, lo cual es, ya de por sí, una buena aproximación a la realidad del Cid.
[El Cid: ¿Héroe nacional o traidor y mercenario?]
Me papeé el libro de Pérez-Reverte en una sentada y, como supongo que pretendía su autor, la lectura despertó en mí un súbito apetito histórico. Leyendo 'Sidi' me di cuenta de que las lagunas que tenía sobre la verdadera historia del Cid eran enormes y de que este periodo de Al-Andalus lo tenía agarrado al cerebro con alfileres. Pensé que mis carencias no pasaban necesariamente por ser un producto de la Logse, puesto que la generación de mis padres, obligados a memorizar el Cantar, terminó viendo al Cid casi como un agente al servicio del Nacionalcatolicismo, cuando el personaje fue de todo menos patriota o buen cristiano.
¿Guerra Santa de 800 años?
Es hora de desmontar mentiras como las de la infame Enciclopedia Álvarez, que en su entrada sobre Rodrigo Díaz dice textualmente: “Hace mucho tiempo entraron en España unas gentes que no eran cristianas. Se llamaban árabes y se apoderaron de casi todo nuestro suelo. Los cristianos españoles lucharon durante ochocientos años con ellos y por fin los echaron de nuestra Patria. Entre los guerreros cristianos sobresalió uno que se llamaba el Cid. Este famoso guerrero venció a los árabes en muchísimas batallas y les quitó la ciudad de Valencia. El Cid es considerado modelo de caballeros porque era muy bueno y todo lo hacía bien”.
Por favor... Hoy en día, cuando la mera idea de que hubiera una Reconquista con ochocientos años de Guerra Santa no resiste ni los análisis históricos más miopes, lo que necesitaba Rodrigo Díaz de Vivar era una nueva biografía, y la casualidad ha querido que se publique en diciembre de 2019 una que es espectacular. La ha escrito el historiador David Porrinas, de la Universidad de Extremadura y la editorial Desperta Ferro la ha publicado. Es 'El Cid: historia y mito de un señor de la guerra', un descomunal trabajo, resultado de veinte años de investigaciones de Porrinas obsesivas sobre el Cid.
Desde el prólogo, el autor nos deja claro que su libro no está escrito con el deseo de sentar cátedra, sino con el de aclarar las cosas. Su libro es una mezcla de curiosidad, obsesión y humildad, y a lo largo de sus cuatrocientas páginas, documentadas con infinitas notas al pie y redactadas con la claridad y concisión de un informe, el autor se dedica a contraponer versiones, rastrear fuentes y buscar las incoherencias para liberar al retrato biográfico de Rodrigo Díaz de siglos y siglos de propaganda.
A través de la lente de Porrinas vemos al Cid Campeador descompuesto como un haz de luz blanca que atraviesa un diamante. De la misma forma que “Cid” viene de “sidi” (señor en árabe) y “Campeador” de “campidoctus” (en latinete, sabio de la batalla campal), la figura se nos va presentando como un híbrido entre el héroe, el oportunista, el bruto y el político. Conocemos a un hombre que hacía tratos con cristianos lo mismo que con moros, y con una inteligencia táctica muy hispánica terminó alcanzando una dignidad que quedaba mucho más allá de los derechos que le dio la cuna.
Pero quizás lo más fascinante de este libro sea un aspecto tangencial a la figura central, y es que el Cid, lo mismo que su señor Alfonso, su adversario catalán Berenguer y sus fieros enemigos almorávides, hicieron fortuna gracias a la disolución de un país. Todos ellos supieron cabalgar con oportunismo por las tierras de un Al-Andalus descompuesto en reinos de taifas, es decir, en regiones egoístas y enfrentadas, donde visires de tres al cuarto se enfrentaban entre sí después del colapso del Califato Omeya. Será que estoy neurótico, pero ahí hay un aviso y una lección.