Xajay deslucidos, dejan sin trofeos la sexta; Planeador levanta lo poco

Castella, esperado, atrevido sin mano; Ureña, gris, frío sin que torear tampoco; El Payo, alegre, maduro, con el único toro con valía; El Galo confirma alternativa buscando palenque en la tarde de ayer

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Luminosidad, luna en creciente coronando el palacio de concreto de la colonia Nochebuena, gelidez y un milagro de garza en el camino, la tarde seis de una temporada plena de claroscuros llegaba con nombres disímiles y deseosos para ocho ejemplares de Xajay, ganadería queretana que salía como en casa, que se antojó para ninguna gloria, y también cumplió.

Ilegales hicieron retumbar con punk peninsular la Condesa, en La México retumbó, con bella orquesta, de avisos del juez Brown, pues encelados los de la toledana no dejaron de rizar el rizo de unas tandas sin exposición.

Capitán y sus 519 kilos salió hecho patas. Largo él, salpicado trasero y por poco bragado, acucharado corniapretado, rabón astifino, la cara –ojito de perdiz– y el morrillo –de caireles cosido– encastados fueron la suerte medio cruda de Lagravére que confirmaba, expedito, alternativa. Quiso rehiletear, enovillado, descarado se descalzó, se expuso y no la libró en tal tercio. Confirmó de manos de Castella, galo a galo, y su tercer tercio tuvo más burel, carretilla, que coleta, que sirvió siempre con la punta. Para concluir, pasado de tiempo, ensangrentado del rostro, entró en dos viajes y se fue con un aviso y palmas para el primer cornúpeta de la tarde.

Al melenudo Castella, más templado ese galo, tocó en suerte Conquistador, un cornivuelto delantero de armas, listón bragado corto de 463 de peso. Bien picado, incluso Daniel Morales en medio de la lanza le arrebató el moño del morro, mereció aplausos en primer tercio el de a grupa, mereciendo quites buenos de su espada de Beziers, uva tenue en seda y estrella y machos dorados en pedrería. Sin nada que agregar por parte de los toreros de plata, Sebastián le metió un serio faje por derechas y le buscó más al rebrincón por naturales, y aquél pasaba sin gravedad y punteándole la muleta cuando más confianza le expuso su matador que ansió un triunfo que se le hizo aviso.

Cojinero, tercer bragado de la cita, fue la primera suerte de un recamado en oro y sedas marino Ureña. Cárdeno listón, rabón veleto de puntas comprometedoras, resultó ser un ejemplar muy reclamado en su presencia. En la vara de Salomón Azpeitia se durmió, en los banderilleos se impuso ante los pares reconocidos de Víctor Saugar, pero en la muleta del hispano de Lorca fue un parado que no dejó estar; sin embargo, además de estar dedicado, también fue el primero al que le entró una espada completa y, con esa misma precisión, cayó sin rebusque y se fue a rastras y entre silbidos.

Cárdeno girón, bocinero rabicano y calcetero meano, muy en el peso de sus anteriores hermanos, más alto y cornidelantero, Planeador la armó por verónicas redondas en el inicio con su matador, el rubio queretano, discretas luces de plata, fajilla negra en sedas palo de rosa apasteladas. Con una actuación muy acotada de Omar Morales por lanzas, y un destacado desempeño de Luis Alcántar por palitroque, el tercer tercio alegró El Payo a los tendidos por naturales, echando las manos abajo, en redondo, por molinetes, en pases de pecho muy ajustados, vibrando y convidando la emoción, casi ahogando, con lo que había hasta que tocó hueso, y pinchó y pinchó hasta salir a recoger los aplausos con un aviso.

Soñador, anovilladón bragado cornivuelto de 522 de un pesaje de estampa, cantó la gallina en la puya de Rafael Acosta, entró bien su segundo tercio, y Castella le tuvo que ir buscando poder donde no había y finiquitando mal. Estampa de castaño, avacado cornivuelto delantero, pesado de kilos semejantes al anterior, Gotita de miel casi no pasó por sus dos primeros tercios, Ángel González mejor y a Paco Ureña le correspondió con medios pases, distrayéndose, con cuartos de tanda, un par de molinetes con salida de pecho, raro y nuevo, ante embestidas sosas, yéndose a tablas, hasta, topar con una estocada fina que tardó en hacer efecto, exactamente siete descabellos y dos avisos, que incluso le alcanzó para salir a saludar los aplausos de su afán.

Juanero, bajito entrepelado cornivuelto, muy justo pasó todo lo que quiso como frente a un ìPayoî con mucha ambición, buscón, más metido en los tendidos que en su segunda suerte, y aun sin toro dejó su acero bien puesto agradeciendo a su público. Igual de patas y de alto que el primero, el cierraplaza cárdeno oscuro Compañero, 470 de peso y una arboladura bien puesta, rabón entrepelado listón, fue un morrillo para André, botón de rosa y oros chispeantes, que no se fue sin dejar de lucirse por banderillas, una fanfarria.

Para el último Xajay, El Galo tabasqueño mantuvo más templanza, aunque siguió interesado en lucir más que en torear. Con más dureza en la muleta, pero con iguales pasos de baile, coronó una larga estocada que encontró a la autoridad con los tendidos que el novel matador tradujo en su primera vuelta al ruedo, dividida, su salida al tercio, en sí su último desplante.

Palmas para Castella, sin suerte; Ureña, dividiendo a su salida, espera mejor tarde; El Payo se va empalmado, agradeciendo; Lagravére, pitado y aplaudido, con razón, confirma con emociones, pero sin grandes ideas, poca concentración, ni mucha estructura.