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Plácido Domingo. (Reuters)

Plácido Domingo: "He sido galante, pero siempre en los límites de la caballerosidad"

Cien días después de la escandalera mediática por las acusaciones de acoso, el barítono madrileño rompe por primera vez su silencio en El Confidencial

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El apartamento neoyorquino de Plácido Domingo (Madrid, 1941) parece el antepalco de un gran teatro de ópera. Un espacio acogedor y aterciopelado cuyas estanterías de madera blanca alojan las partituras que jalonan medio siglo de carrera. Ninguna, probablemente, más relevante que la de 'Otello'. La prueba está en que el retrato de Domingo como artífice del personaje de Verdi ocupa el "altar mayor" de su domicilio de Manhattan. Un espacio junto a la chimenea donde conversamos sobre su vida y su obra, trastocadas ambas por las acusaciones de abusos sexuales y acoso que surgieron el pasado verano en Los Ángeles. Cien días después de la escandalera mediática, el barítono madrileño rompe por primera vez su silencio. Y lo hace a punto de reaparecer en los escenarios españoles, esta vez como protagonista de 'Nabucco' (Verdi) en el Palau Les Arts de Valencia.

PREGUNTA. ¿Cómo se encuentra, cuál es su estado de ánimo después de tantas semanas de controversia, acusaciones, exposición mediática y también expresiones de éxito y de adhesión?

RESPUESTA. Sin duda que han sido de los meses más difíciles de mi vida. Inimaginables. Activo como lo he sido toda mi vida, me sentí frustrado al no poder cantar cuando sabía que debía de estar sobre el escenario. Ocurrió todo tan rápido. Apenas hace unas semanas que tuve la oportunidad de reflexionar. He encontrado alivio y mucha fuerza en los escenarios europeos.

Me he sentido juzgado, condenado y sentenciado, pero no se me ha acusado de ningún delito

Mi familia se ha unido más que nunca y he sentido el cariño de mis amigos, de mis compañeros y del público. Siempre he sido una persona optimista, positiva y así he de seguir, ahora más que nunca. Han sido momentos complicados pero se ha calmado todo un poco. Continúo trabajando, estudiando, ensayando y actuando. Esto me da la serenidad que necesito para afrontar esta pesadilla.

P. ¿Qué espera de este reencuentro con el público español? ¿Cuáles son sus sensaciones? La acogida en Europa ha sido muy calurosa.

R. Tengo un enorme entusiasmo por volverme a presentar ante el público español y el de Valencia en particular ya que vuelvo al Palau de les Arts. Recibí una bienvenida muy emocionante por parte de todos en el Palau durante mis primeros días de ensayos allí el fin de semana pasado. Ha sido muy reconfortante saludar y volver a ver a amigos y colegas, así como el poder enfocarme en los ensayos y la preparación de 'Nabucco'.

En cuanto al público, le pienso dar todo, entregarme entero como lo he hecho siempre y como lo merece y espera. El público de Valencia ha sido espléndido conmigo estos últimos 10 años que vengo viniendo al Palau.

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Plácido Domingo, junto a Rubén Amón, durante la entrevista. (El Confidencial)

Es verdad que los teatros de Europa han sido especialmente acogedores conmigo. Quiero pensar que se han comportado como siempre lo han hecho y consistentes con como ha sido nuestra relación durante las últimas cuatro o cinco décadas.

¿Y el público europeo? ¡Fantástico, cariñoso y solidario! Me he sentido fortalecido y sereno por tantas muestras de cariño.

P. Valencia se ha convertido en uno de sus teatros de referencia, tanto por las funciones operísticas como por su implicación con los jóvenes cantantes.

R. Sí, en verdad que tengo un cariño muy especial por este teatro, por su orquesta y su coro que son extraordinarios. He tenido todo tipo de colaboraciones con ellos y me enorgullece la trayectoria que he podido forjar con el Palau de les Arts. Ya sabes la inquietud y el afán que tengo por descubrir, apoyar y propulsar la carrera de jóvenes cantantes para así, propagar el futuro de la ópera. Estoy especialmente orgulloso del Centro de Perfeccionamiento en el Palau que lleva mi nombre.

P. Interpretará el papel de 'Nabucco'. ¿Ha sido Verdi el gran aliado de Plácido Domingo desde que comenzó su aventura como barítono?

R. Verdi ha sido un gran aliado a lo largo de toda mi carrera. Desde sus papeles de tenor, héroes como 'Radames', 'Manrico' y 'Adorno'; sus eternos románticos, 'Alfredo', 'Riccardo' y 'Rodolfo'; pasando por 'Alvaro' y 'Ernani'; y culminando con su majestad, 'Otello'. Y ahora, esa alianza sigue con las más nobles y paternales figuras baritonales, empezando por 'Simone Boccanegra', 'Girgio Germont', 'Francesco Foscari', 'Rigoletto' y hasta 'Nabucco', entre otros. Y no puedo dejar de mencionar a 'Macbeth' que es quizás el único villano (o víctima) 'verdiano' que he interpretado. Los he habitado casi todos.

Lo que he vivido fue imparable. La acusación y la sentencia vinieron instantáneamente de la mano y no hubo nada que hacer

Verdi es un compositor con el que me identifico mucho. Su música es sublime y sus personajes son muy ricos y ofrecen una gran posibilidad de extensión vocal y actoral. Seguiré rindiéndole homenaje en cuanto pueda.

P. ¿Hasta qué punto está sopesando dejar los escenarios de ópera? No por la polémica, sino porque se acerca el umbral de los 80 años.

R. Sí. Lo he venido pensando desde hace un tiempo. El periodo de intensos ensayos y funciones se hace cada día más largo, y una función completa con sus complejidades y exigencias, maquillaje, vestuario, presiones, etc., más allá de los 80, siento que lo sentiré cada día más pesado. Aunque sí tengo todavía compromisos operísticos hasta bien entrado el 2021, vamos a ver que dice el cuerpo, la voz y por supuesto, el de allá arriba.

P. ¿Por qué razón se ha retirado del Festival Nippon de Tokio 2020? ¿Piensa que mientras su reputación no se haya limpiado es mejor no engendrar otras polémicas?

R. No, nada que ver. Lo que pasa es que el concepto artístico de amalgamiento del Kabuki con ópera propuesto para el mes de abril, no se había concretado claramente todavía y me preocupó. Yo tenía programados solamente dos días de ensayos previos. Sin mayor claridad de la propuesta, y para una producción con un vestuario tan precioso como pesado, un maquillaje muy complejo, y movimientos muy estilizados, no pensé que fuese suficiente tiempo. Para hacerle justicia a la tradición centenaria del Kabuki Clásico y a nuestra propia tradición de la ópera, preferí retirarme. Todo lo que hago trato de hacerlo con la mayor convicción, preparación y calidad posibles. Simplemente no vi clara esa posibilidad con este proyecto. Espero tener la oportunidad de participar debidamente en un proyecto semejante en un futuro próximo.

Nunca he represaliado, truncado, perjudicado la carrera de nadie. Nunca he prometido un papel a cambio de favores

De todas formas tengo la satisfacción de volver al Japón en enero del año entrante para dos conciertos en Tokio. He tenido una relación con el público del Japón desde 1.976 y es un público tan entusiasta como entendido. En esas ocasiones, me acompañará la soprano española Saioa Hernández.

P.- ¿Por qué renunció a las funciones de Nueva York y por qué dimitió como director general de Los Ángeles?

R. Me he retirado por respeto a los dos teatros. Quería que ambos tuvieran un ambiente de armonía y de paz; el mismo ambiente que yo había vivido siempre en ellos. Quería salvaguardarlos de la creciente presión mediática y social a la que estaban siendo sometidos. Este suceso que me está pasando tiene mucho impacto. Condiciona el trabajo de los teatros y de todas las personas que trabajan dentro. El Metropolitan Opera fue mi hogar artístico por cinco décadas. Y el de Los Ángeles fue como una obra para mí. Contribuí desde el principio a su creación y crecimiento. Lo que he vivido fue imparable. La acusación y la sentencia vinieron instantáneamente de la mano y no hubo nada que hacer, más que guardar la calma y el silencio hasta que pasó el furor.

P. En las acusaciones que han vertido sobre usted, en cambio, también le achacan haber ejercido abuso de poder. Hasta le han comparado con Dios.

R. ¿Yo un Dios? Solamente cuando interpreté a Neptuno en la ópera barroca 'La Isla Encantada'. Y cuando pretendo ser uno como 'Nabucco', ya ves como me va. ¡No! Es imposible. Nunca he tenido ambición de poder ni he abuso de esta posición. Ni por mi forma de ser, ni por el sistema de funcionamiento de los teatros estadounidenses en los que sostuve posiciones relevantes.

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Plácido Domingo, en Salzburgo. (EFE)

Las contrataciones en Los Ángeles y Washington se deciden de común acuerdo con varias otras personas que tienen responsabilidades ejecutivas, artísticas, musicales y técnicas. Es un sistema de transparencia y de rigor. Jamás impondría ni lastimaría a nadie. No se me ha ocurrido nunca utilizar el cargo con los fines con los que se me reprocha.

P. ¿Niega por tanto haber prometido contratos o haber represaliado a las artistas? Es una de las acusaciones más insistentes.

R. Nunca he represaliado, truncado o perjudicado la carrera de nadie. Nunca he prometido un papel a cambio de favores. Lo que sí consta es mi compromiso con los jóvenes cantantes y mi responsabilidad en el lanzamiento de tantas carreras. Me emociona ver cuántos de los artistas que ahora están actuando por los teatros del mundo proceden del impulso que les hemos brindado con el concurso de Operalia. Una carrera requiere mucho trabajo, dedicación y talento. Aconsejar un repertorio, recomendar un papel o lo contrario, no significa una promesa de trabajo.

P. El hecho es que el primer comunicado suyo que acompañaba al reportaje de AP parecía decir que los comportamientos que le reprochaban se justificaban porque eran otros tiempos. ¿No ha contribuido usted mismo al malentendido de la permisividad?

R. Cuando me refería a las costumbres de otras épocas, en absoluto estaba relativizando el abuso o el acoso. Aunque lo que quise decir se entendió plenamente por muchos, se malinterpretó por muchos otros. Repito, de ninguna manera estaba tolerando ningún tipo de acoso o abuso. Los españoles somos cálidos, afectuosos y cariñosos. Me refería sobre todo a la cultura del piropo. He sido galante. Pero siempre en los límites de la caballerosidad, el respeto y la sensibilidad. Comportamientos que si en el pasado pudieran haber sido considerados cumplidos, o gestos de galantería, hoy en día se perciben de manera muy diferente.

Cuando me refería a las costumbres de otra época, en absoluto estaba relativizando el abuso o el acoso

P. ¿Cuál es el móvil? ¿Qué hay detrás de las acusaciones?

R. No se cuál es el origen. He vivido más de 50 años de vida e imagen pública, entre escenarios, teatros, televisoras, entrevistas, cenas, galas y un sin fin de actividades sociales. Aquellos muchos que me conocen y me han tratado bien saben que yo nunca me he comportado de la manera agresiva, acosadora y vulgar en la que me han pintado.

P. ¿Se siente víctima de un proceso moral?

R. Es un proceso moral. La credibilidad que se concede a las acusaciones es automática. Esta es una causa mediática, de opinión pública. Y me he sentido juzgado, sentenciado y condenado por anticipado. Pero no he sido acusado de ningún delito.

P. ¿Ha echado de menos mayor solidaridad entre sus compañeros? ¿Se ha sentido solo?

R. No, al contrario. La verdad es que he tenido muchas expresiones de cariño. He sentido mucho apoyo y solidaridad incondicional, pero también soy comprensivo con las personas que prefieren apoyarme en privado. Comprendo la reacción de la gente. Hay respeto a la situación, hay miedo. No es sencillo ir a contracorriente. Y es humano que las personas reaccionen con cautela y reservas.

Los españoles somos cálidos, afectuosos y cariñosos. Me refería sobre todo a la cultura del piropo. He sido galante

P. ¿Cree que volverá a cantar en América?

R. Quizás no en los teatros de ópera, pues me habré retirado del escenario operístico, pero a la mejor en algún otro foro. No lo sé. El tiempo dirá. Si surge, yo encantado. El público americano ha sido siempre muy entusiasta conmigo.

P. Mientras tanto, sigue con sus compromisos en los grandes teatros europeos: Covent Garden, La Scala, la Ópera de Viena, la Ópera de Baviera. ¿Le sorprende a usted mismo la longevidad? ¿A qué razones la atribuye? If I rest, I rust (Si descando me oxido) sigue siendo su lema...

R. Sí, claro. Me sigo sintiendo fuerte y sano. Si bien es verdad que las horas de ensayos en los teatros cada día son más largas, me siento revitalizado trabajando y en comunión con mis colegas. Me he sorprendido ya en diversos momentos de mi carrera. A los 60' y una vez más a los 70'. Le doy gracias a Dios todos los días por haberme permitido llegar hasta donde he llegado y cada día adicional lo considero un regalo divino.

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Plácido Domingo. (EFE)

P. Entendemos que le hace particular ilusión cumplir 50 años de su debut en la Scala. ¿Qué momentos evoca particularmente del teatro milanés? ¿Aquél Otello con Kleiber en el foso acaso?

R. Esta fecha del 7 de diciembre del 1969 quedará siempre como una fecha muy especial en mi carrera, tanto como la fecha de mi debut escénico y la fecha de mi debut en el Metropolitan Opera de Nueva York. La Scala es un teatro histórico por donde han pasado los compositores más relevantes de la historia y un sin fin de grandes cantantes. Fue un privilegio debutar a los 28 años el papel de 'Ernani'. Curiosamente, en ese teatro canté doce de las 14 funciones de 'Ernani' que canté en mi vida. Han sido gloriosos 50 años de historia en ese teatro interpretando Opera, y actuando en muchas inauguraciones de temporada.

El 'Otello' que fue televisado por primera vez a hogares de Italia fue con Katia Ricciarelli, Piero Capucilli y dirigido por el gran y único Carlos Kleiber. Fue histórico y siempre un privilegio trabajar con él. Fue uno de los más grandes directores de orquesta de la historia y un gran amigo.

P. No existe un cantante en la historia que haya interpretado tantos papeles como usted. Y encima incorpora en el Festival de Salzburgo el de 'Las vísperas sicilianas', otra vez Verdi.

R. Las vísperas sicilianas las he cantado como tenor, las he grabado y dirigido. La oportunidad de hacer ahora el papel de barítono en el Centenario del Festival de Salzburgo es algo a lo que no podía decir que no.