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Adel Abdul Mahdi, primer ministro de Irak, en una imagen de abril de 2019 (EP)
Tras las protestas

El primer ministro de Irak anuncia su dimisión

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Júbilo entre los manifestantes de la plaza Tahrir de Bagdad, después de que el primer ministro iraquí anunciara hace unos minutos que presentará su dimisión al Parlamento. La suerte de Adel Abdelmahdi había quedado sellada tres horas antes, cuando en su sermón del viernes en Karbala, el gran ayatolá Ali al Sistani solicitó a los diputados de la asamblea nacional que retiraran su apoyo al gobierno.

Irak, que se encuentra inmerso en protestas antigubernamentales desde principios de octubre, vivió ayer una de sus jornadas de mayor represión, con al menos cuarenta y tres muertos en Nasiriya, Bagdad y Nayaf. En esta última ciudad del sur, el consulado de Irán fue incendiado anteanoche por enmascarados, lo que provocó cuarenta y siete heridos entre las fuerzas policiales y un número parecido de bajas entre los asaltantes.

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Los manifestantes antigubernamentales han celebrado el anuncio del primer ministro (Khalid Mohammed / AP)

Adel Abdelmahdi se había mostrado dispuesto a abandonar el poder hace semanas, a condición de que el Parlamento tuviera ya disponible a un sustituto, para evitar el vacío de poder. Este domingo, cuando se cumplen dos meses del inicio de las protestas populares en Bagdad y en el sur chií, está prevista una sesión del Parlamento, en la que Abdelmahdi podría formalizar su dimisión, abriéndose el proceso de sustitución.

El discurso de Ali al Sistani ha dejado caer a Abdelmahdi, aun advirtiendo contra la división y el riesgo de guerra civil. Según el gran ayatolá, habría dentro y fuera de Irak elementos interesados “en una vuelta a la dictadura”, por lo que llamó a los manifestantes a separarse “de aquellos que atentan contra personas y bienes”.

Evitar el vacío de poder
Abdelmahdi puso su cargo a disposición con la condición de que el Parlamento consensuase un sustituto

Abdelmahdi, aunque representante de la mayoría chií, ha buscado en vano -durante su año de gobierno- un equilibrio entre la influencia del vecino Irán y la de los ocupantes estadounidenses. Tras la derrota del Estado Islámico –a la que han contribuido unos y otros- los chiíes del sur del país se han visto con fuerzas para reclamar sus derechos y han dicho basta a la corrupción, el clientelismo y la falta de empleo y de servicios básicos. Un movimiento simultáneo al que atenaza a Hizbulah en el Líbano y con tantos puntos en común que ha sembrado la alarma en la República Islámica de Irán, escenario hace pocos días de su propio ensayo de revuelta. La diferencia en Irak son más de cuatrocientos féretros, casi todos de manifestantes.