¿Lo mismo de siempre?
by Editorial .Las cifras no mienten: la temperatura global es hoy 1,1 grado centígrado más caliente que hace un siglo, en el 2018 se llegó a la mayor concentración de gases de efecto invernadero en tres millones de años y no se alcanzará la meta de reducir esas emisiones en 40% antes del 2030 como fue el compromiso del Acuerdo de París. Por ello es importante la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático que se reúne desde el lunes próximo en España.
Como antesala a la reunión, la número 25 que realiza Naciones Unidas para encontrarle soluciones al que es el asunto más grave que enfrenta la Tierra, de manera estratégica se dieron a conocer varias noticias. Una de ellas, la decisión del Parlamento Europeo de declarar la emergencia climática y ambiental en el Viejo Continente, una postura que es simbólica porque además de que ninguno de sus Estados está entre los más contaminantes, esa comunidad es la que más aporta para enfrentar el cambio climático.
La otra noticia la dio el Secretario General de la ONU al afirmar que al final del siglo la temperatura promedio habrá aumentado 3,2°C aún sin importar los esfuerzos que se hagan para detener los factores que causan ese crecimiento. Para que no se cumpla ese presupuesto, las emisiones de gases como el dióxido de carbono deberían reducirse a un ritmo del 7,6% anual durante los próximos diez años, lo que equivaldría a multiplicar los esfuerzos a los que se comprometieron los países que firmaron y ratificaron el Acuerdo de París en el año 2015. Lo mejor y más prudente es no llamarse a engaños.
En esa seguidilla de informaciones tuvo lugar destacado la presentación del informe del año 2018 sobre concentración de gases de efecto invernadero, es decir los que atrapan el calor en la atmósfera, sobrecalientan el Planeta y hacen que los fenómenos climáticos extremos se multipliquen. Según la Organización Meteorológica Mundial, el año pasado se llegó a niveles que solo se habían presentado en la era del Plioceno, entre tres y cinco millones de años atrás, cuando la Tierra estuvo tres grados más caliente, los mares hasta con 20 metros más de altura y los continentes apenas se terminaban de formar.
Si a ello se suman las notas sobre deforestación en el Amazonas, deshielos en el Ártico y la Antártida, barreras de coral que desaparecen, incendios, inundaciones, y un largo etcétera, la COP 25 debería recibir toda la atención mundial. Su importancia es innegable, como lo es también su poca efectividad, o si no basta mirar el Acuerdo de París firmado en 2015 por 198 naciones que se comprometieron a reducir sus emisiones de dióxido de carbono y gases similares en un 40% antes del 2030. Por su puesto hay acciones en beneficio del medio ambiente y su recuperación que se deben reconocer, pero claramente no son suficientes.
Hacer ese recorderis y ver el actual panorama ambiental es para lo que se reúne cada año la Conferencia sobre el Cambio Climático. Esta vez será en Madrid, bajo la presidencia de Chile que debió trasladar el evento a España por la situación de su país, con ausencias notables como la de Estados Unidos, el segundo mayor contaminante de CO2 del mundo y cuyo actual gobierno es negacionista ambiental consumado. Habrá que esperar hasta el próximo 13 de diciembre, cuando culmine, para saber si el encuentro arrojó resultados o si se convierte en lo de siempre, en otra frustración para el mundo.