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Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño Echeverri durante la firma del acuerdo final de paz.
Foto: César Carrion / AFP

Cinco puntos para que la paz tenga un espacio en el diálogo nacional

Los autores de este análisis muestran una hoja de ruta a seguir para superar la actual coyuntura.

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Más allá de todos los desacuerdos que hay en torno a cómo, para qué y el hacia dónde irá el diálogo nacional luego de las marchas y las cacerolas, podría existir un espacio para que veamos en qué podríamos estar de acuerdo sobre el tema de paz y cómo aceleramos este proceso.

En las marchas de los últimos días ha habido reivindicaciones y reclamos al gobierno de todo tipo que por su diversidad no es posible reducir a unos cuantos temas. El incumplimiento de los acuerdos de paz ha sido una de las consignas que se ha esgrimido desde diferentes sectores sociales. Estudiantes, sindicatos, campesinos, indígenas, afros, mujeres, organizaciones sociales, entre otros, han coincidido en reiterar que, a más de tres años de la firma del acuerdo con las FARC, la implementación ha sido insuficiente y no ha contado con la voluntad política del Gobierno de Duque.

En respuesta a esto, y desde su propia orilla política, el Presidente incluyó el tema de paz como “paz con legalidad” dentro de la agenda que presentó el domingo para el diálogo nacional. Aunque existen diferencias sobre el cómo, esta es una conversación que como sociedad tenemos pendiente desde el 2016.

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La experiencia tanto nacional como internacional ha demostrado que el diálogo no puede ser un proceso de suma cero. Es necesario pensar de manera creativa en un camino que le sirva al mismo tiempo al Gobierno, a las instituciones y la ciudadanía. Del lado del Gobierno, es esencial que, como lo señaló la alcaldesa electa Claudia López, haya disposición a escuchar con humildad a los sectores que se sienten excluidos, a reconocer los errores y la necesidad de hacer cambios. Del lado de los sectores que se han movilizado, es clave que haya capacidad de convertir las causas legítimas en propuestas realistas y sensatas.

En cuanto al gobierno, es necesario que éste se comprometa a que el diálogo produzca resultados concretos en un plazo corto. De eso depende que el desgaste no lo aleje aún más de las ciudadanías o que las posibles expectativas que se generen se choquen con promesas vacías.

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"Hay tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús, particularmente el amor convertido en hechos de no violencia y de paz", les dijo el Papa a las miles de personas.
Foto: Alessandro Di Meo / EFE

En los próximos días seguirán las discusiones sobre la manera como este diálogo tendrá lugar. Mientras que el gobierno está poniendo andar ya su propia ruta metodológica, distintos sectores de la ciudadanía la han cuestionado y han propuesto alternativas.

La pregunta es cómo aprovechar este espacio para tener un diálogo genuino sobre la oportunidad de paz que se abrió luego del Acuerdo firmado en 2016 y los riesgos y dificultades alrededor de su implementación.

Tenemos una conversación pendiente en un país que quedó dividido entre el Sí y el No al Plebiscito y un gobierno que ganó con una campaña en contra del Acuerdo de Paz. Pero los debates políticos que se han dado hasta el momento a nivel nacional sólo se han traducido en incertidumbre y falta de legitimidad del Estado, en medio de una creciente violencia y presencia de actores ilegales. A simple vista parecieran más los desacuerdos que las posibilidades de llegar a consensos.

Por eso, que de manera obligada nos sentemos a hablar sobre la paz en Colombia en este contexto de diálogo nacional podría representar una gran oportunidad para todos: tanto para los que defienden como para los que han cuestionado Acuerdo, pero ya estando en el Gobierno no han sabido cómo traducir sus críticas en acciones concretas.

Cinco propuestas para que la paz tenga un espacio histórico en este diálogo nacional:

Primero

Es importante que quienes representen a la ciudadanía en este diálogo o sean los interlocutores concentren sus propuestas en los temas que ya están incluidos en el Acuerdo de Paz, que ya han sido conocidos y apropiados por los líderes y las organizaciones en las regiones, y frente a los cuales el Gobierno tiene obligaciones legales y constitucionales. Una presentación del tema de paz que resulte dispersa y desarticulada podría implicar que se pierda la oportunidad para que se generen puntos de encuentro, se acelere la implementación de algunas medidas o se concreten por fin deudas históricas que hacen parte del Acuerdo, como las circunscripciones transitorias de paz.

Segundo

Es importante que el mensaje con el que gobierno convoque al diálogo sea incluyente. Por ejemplo, decir que vamos a hablar de la “paz con legalidad” es de entrada excluyente y choca con los sectores que han defendido el Acuerdo, por lo que debería reformularse para abrir espacio a otras visiones.

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Un hombre camina con un sombrero de 'Paz' por las calles de Cartagena.
Foto: Jaime Saldarriaga / Reuters

Tercero

Para que la ciudadanía pueda confiar en las propuestas que haga el Gobierno, el Presidente Duque podría acompañar su discurso con gestos concretos. Un ejemplo sería el de asignarle a funcionarios de alto nivel (Ministros de Agricultura, Interior y Defensa) un rol más activo en el diálogo y en la ejecución de los compromisos de la implementación. Esto debería ir acompañado de la designación de un presupuesto concreto y suficiente.

Cuarto

Lo que sea que se hable debería tener en cuenta que en los últimos tres años, como parte de la implementación del Acuerdo de Paz, se han generado espacios de participación muy importantes desde donde han salido peticiones y planes de acción muy claros (como los que salieron de los PDET). Reconocer estos espacios le sirve al Gobierno para trabajar sobre todos los avances y ahorrar tiempo y a la ciudadanía para exigirle al gobierno que se comprometa por fin con su cumplimiento. Adicionalmente, esto ayudaría a legitimar espacios de diálogo anteriores y disminuiría el riesgo de que los espacios de participación pierdan credibilidad.

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Premio internacional Ernesto Illy Coffee 2019, entregado a un proyecto productivo de un excombatiente de las Farc.
Foto: @MisionONUCol

Quinto

Que para abordar la conversación sobre los temas más agudos (la JEP o el Sistema Integral por ejemplo) el punto de partida debería ser que estas entidades ya existen. El debate debe centrarse entonces en cómo mejorar su funcionamiento. A quienes defienden el Sistema esto les daría un mensaje de tranquilidad y a quienes tienen fuertes reservas les aclararía que existe un espacio real para plantear sus preocupaciones. Así la discusión dejaría de ser tan política y permitiría abordar aspectos puntuales de la JEP, la Comisión de la Verdad o la Unidad de Búsqueda.

Al final, dependerá de todos que este diálogo desde su mismo diseño sirva como una oportunidad para construir una narrativa incluyente que permita una visión de paz para Colombia en donde todos ganen.Martha Maya y Andrés García
Asociados del Instituto para las Transiciones Integrales.