Los Jarero han hecho historia con sus Nacimientos Navideños
Por más de medio siglo la familia Méndez Jarero de Tonalá ha vivido de los bellos y enormes trabajos que hacen con sus propias manos: figuras de yeso y cerámica en tamaño real
by Carolina SolísTonalá, Jalisco.- La fuente de trabajo que hace más de 50 años crearon los artesanos Salvaro Méndez y Graciela Jarero para llevar comida a sus hijos se ha convertido en una herencia que ha llegado hasta sus nietos, quienes orgullosos hostentan la insignia de pertenecer a la familia que realiza los nacimientos navideños más grandes de ¡todo México!
Los Jarero, como se los conoce, se ubican en uno de los cientos de puestos de artesanos que buscaron la mejor ubicación para formar parte del tianguis navideño que anualmente se instala sobre la banqueta de la avenida Tonaltecas, en la colonia Centro de Tonalá, Jalisco.
Desde las 3:00 de la mañana cada quien muestra sus mejores creaciones: piezas sueltas en miniatura con un valor de 15 pesos, nacimientos completos en miniatura con valor de 200 pesos hasta un nacimiento navideño en tamaño real.
Nos retiramos del tianguis en busca del taller de "Artesanias El Chino Jarero". En la avenida Nicolás Bravo #32 encontramos a Jesús Méndez Jarero, uno de los herederos del negocio. Al pregutarles por los nacimietnos navideños expresa que en su caso pueden realizar figuras un poco mayor a los 2 metros de altura, solo que estos los suelen pedir para ocasiones o eventos muy especiales, ya que las 25 piezas que incluyen pueden alcanzar un valor cercano a los 250 mil pesos.
real tras haber salido del taller de "Artesanías El Chino Jarero". Foto: Carolina Solís
"Mi mamá hizo el primer nacimiento gigante de México (2.15 mts). Fue en 1999 y lo pidió el que en ese entonces era gobernador de Durango (Ángel Sergio Guerrero Mier). Él fue quien le financió (regaló) los moldes a mis papás para hacelo siempre y cuando le aseguraran que el primer nacimiento sería para él", relata el artesano mientras vacía unos costales de yeso y recina a un tambo para preparar una mezcla con la cual formará más piezas para vender.
Mendez Jarero explica que en ese entonces cada molde tendría un valor de 30 mil pesos y sus padres recibieron 16 de diferentes, los cuales incluyen a los personajes y animales más representativos del nacimiento navideño.
Actualemnte han llegado a incluir hasta 25 piezas, sin embargo aclara que las básicas son: José, María, el ángel, el niño Dios, los 3 reyes mayos, un toro, una mula, dos pastores, dos borregos, un gallo y un guajolote, pero si el comprador desea también le puede solicitar caballos, camellos, elefantes, venados y peces o repetir alguno de los animales.
Del polvo a la pintura
Al tiempo que Jesús Mendez continúa con la preparación de la mezcla, rememora al pequeño borreguito que se convirtió en su primer figura pintada cuando él tan solo tenía 6 años de edad y dice esas mismas experiencias y amor quiere heredar también a sus hijos.
Frente a él está uno de ellos. Es Brian Méndez Soto, un jóven adolscente que hábilmente se da a la tarea de retirar el molde a la figura de un gallo que ya está lista para ponerse a secar al sol que llega al patio del taller o si es necesario subirla hasta el techo del lugar. Su hermano más pequeño, solo parece inspeccionar lo que cada uno está haciendo.
De acuerdo con la experiencia de los artesanos, el proceso de secado es uno de los más tardados, pues todo depende del clima, si el día es soleado tarda a lo mucho 2 días en estar lista la pieza para pasar al área de pintura, pero si está nublado o lluvioso este proceso puede prolongarse hasta una semana.
Para su suerte, los días de invierno de Tonalá no son tan lluviosos como en verano y el clima les permite cumplir con la demanda de la temporada que es de cerca de 20 mil piezas navideñas.
El resto del año la elaboración de piezas haciende a las 50 mil, pero en este caso las figuras más solicitadas son las de de San Judas Tadeo y la Virgen de Guadalupe.
En un área adjunta, se encuentran Rocío Soto Nuño, la esposa de Jesús, y Norma Basurto, quien lleva un año trabajando para la familia. Ambas, un tanto avergonzadas por la suciedad que presentan, propia del oficio, explican sobre la labor que les toca realizar: darle color y encanto a cada una de las figuras que en el taller se elaboran.
Cada una expresa ser mejor en algo, sin embargo como equipo se complementan. Mientras que a Rocío es experta en pintar con pincen los ojos y boca y colocar con pinzas detalles como el cabello y las pestañas confieza que le cuesta trabajo resombrear a pesar de que esto se hace con el apoyo de una pistola, labor que dice Norma para ella es mucho más práctico por la ágilidad que suele implicar, quizá en ello ha influido las enseñanzas que su padre le dio cuando ella apenas era una niña.
Rápidamente terminan de pintar a una fila de pastores, se dirigen a colocar una escalera para subir al techo por más figuras secas y así volver a empezar el proceso de pintura, el cual a las dos les gusta realizar.
Volvemos al tianguis, el lugar en donde la mágia hecha en el taller se exhibe como una pieza terminada. Ahí, Liliana Janeth Hernández, Carolina Chitica y Carlos Basurto se encargan de atender a los clientes y de envolver las piezas que rapidamente otra persona sube a un camión de carga. Separan uno y otro pedido, uno de piezas medianas y otro a simple vista se aprecia muchoa más grande.
Una vez más, ahí no hay tanto tiempo para platicar. La venta y urgencia del cliente así lo exige y es hora de que las manos artesanas cosechen las ganancias de lo que con tanto amor y esmero realizan en el taller de El Chino Jarero.