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NASA

¿Es posible que la débil actividad solar provoque un invierno más frío?

Por: Mario Viciosa

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Corría el año 1612, cuando Galileo Galilei se puso a hacer un dibujo del Sol que perturbó a media Europa. Desafiando a los Cielos, el ingeniero toscano pintó un astro imperfecto, escupiendo unas manchas negruzcas sobre la mismísima doctrina de d*os, pero fiel a las observaciones recogidas por su telescopio.

Si Galileo hubiera hecho hoy sus observaciones, aquel Sol seguiría inmaculado y perfecto, como decía el Papa que habían de ser las estrellas. A diferencia de lo ocurrido hace 407 años, el actual Sol está muy tranquilo y libre de manchas. Atraviesa un mínimo de su actividad cíclica.

La ciencia actual, que sabe que es Sol puede ser violento y moteado, no se pone del todo de acuerdo en si este mínimo tendrá consecuencias en nuestro clima. Aunque no parece que puedan ser significativas. En puertas de que una lengua de aire polar golpee Escocia, la empresa Weather Company se ha apresurado a anticipar un invierno “extraordinariamente duro” desde 2009 por la influencia del mínimo solar.

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Temperaturas y actividad solar.
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Temperaturas y actividad solar.

El meteorólogo jefe de The Weather Company, Todd Crawford, ha señalado que “pronosticamos que el frío de este invierno se centrará en enero y febrero”. Eso, para Reino Unido. Crawford también ha destacado que, junto con el fenómeno de El Niño, puede derivar en “eventos de bloqueo” en la alta atmósfera, que propiciarán un invierno más cálido en el oeste americano y más frío en el norte.

A nivel global no hay datos que permitan correlacionar el mínimo solar con un descenso notable de las temperaturas. Sí, a nivel regional, en particular, en el norte de Europa, pero sólo a nivel probabilístico.

De ahí a decir que el mínimo solar puede rebajar las proyecciones más catastrofistas de la emergencia climática, median muchos grados. Y de ahí a decir que el actual calentamiento global está motivado por una sucesión de años de Sol activo, media la mentira negacionista.

Ya pasó en 2009

Contra ese bulo negacionista lucha desde hace más de una década el doctor Georg Feulner. Este investigador del Instituto para el Impacto Climático de Potsdam (Alemania) explica a Newtral que “estamos muy cerca del mínimo actual. Sin embargo, ha habido mínimos inusualmente largos en el pasado, por lo que es difícil decir si hemos llegado al momento de menor actividad solar todavía”.

Se da la circunstancia de que los mínimos solares suelen producirse en ciclos de 11 años. Si nos remontamos a 2009, aquel fue un invierno, en efecto, con temperaturas particularmente bajas tras un mínimo solar en 2008. Pero, ¿hasta qué punto fue cosa del Sol?

Por aquellas fechas, Feulner y su colega Stefan Rahmstorf publicaron un trabajo que quitaba hierro, o calor, al asunto. Sus cálculos a largo plazo estimaban que ante un mínimo solar “lo más probable es que disminuya en aproximadamente 0,1°C” la temperatura en el planeta hasta 2100.

Pero, ¿qué está pasando en el Sol para que esté tan callado? Le preguntamos a uno de los físicos que, ahora mismo, más centrado está en dar con el pronóstico del tiempo espacial, Mathew Owens, quien señala que “la cantidad de manchas es un reflejo del campo magnético solar”.

El campo magnético se genera por agitados movimientos dentro del Sol. “Sin embargo, no se comprende bien por qué el ciclo dura unos 11 años o por qué algunos ciclos son más largos y más fuertes que otros. Es probable que sea estocástico (es decir, casi al azar)”, señala desde la Universidad de Reading (Reino Unido).

Malas noticias ante la emergencia climática. Por mucho que se ‘apague’ el Sol en este tiempo, no servirá para enfriar lo que los humanos estamos calentando. Ni siquiera si nos remontamos a épocas galileanas.

De 1644 a 1715, el Sol estuvo más tranquilo que de costumbre. Hevelius retrató apenas un puñado de las 50 manchas que pensamos que hubo, unas mil menos que las habituales. Se pueden ver en la imagen que encabeza esta pieza.

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¿Será muy distinto el próximo periodo de frío solar respecto al de 1681? Sí, estamos calentando demasiado el planeta como para que el Sol débil puede enfriarlo | Feulner y Rahmstorf

Durante un mínimo, el campo magnético del sol se debilita. Eso hace que escapen chorros de viento solar. Esas corrientes azotan la Tierra, provocando tormentas geomagnéticas y auroras boreales y australes.

De igual forma, los rayos cósmicos que el Sol desvía en su camino hacia la Tierra pueden llegar a nuestro vecindario galáctico con mayor facilidad. Esto último sólo afecta realmente a quien viaja a gran altura, sobre todo, quien habita la Estación Espacial Internacional.

No le echemos la culpa al Sol: somos los humanos

¿Brilla menos el Sol cuando tiene menos actividad? Hay menor irradiación en la superficie terrestre, pero “las variaciones de brillo solar asociadas con los cambios en la actividad solar son muy pequeñas y tienen un impacto escaso en el clima de la Tierra”, recalca Feulner.

A la inversa, la actividad solar baja de este momento y las temperaturas globales han experimentado un fuerte aumento durante ese tiempo, “por lo que la actividad solar no puede explicar el calentamiento global, que es claramente causado por las emisiones humanas de gases de efecto invernadero”, sentencia el climatólogo desde Potsdam.

Entonces, ¿tiene sentido hablar de que habrá más o menos frío el próximo invierno teniendo en cuenta la actividad del Sol? “Estadísticamente, existen algunas correlaciones entre la actividad solar y las temperaturas invernales”, recuerda Feulner, “pero la variabilidad del clima invernal en Europa es muy alta”

Para Owen, “Ciertas ubicaciones, por ejemplo, España, pueden experimentar un invierno más frío. Pero, en general, la probabilidad de eso es mucho menor que, por ejemplo, hace 50 años”.

No se puede predecir un invierno frío a partir de una actividad solar débil”, concluye. Por si había alguna duda, un mínimo solar (hipotético) durante el siglo XXI reduciría las temperaturas globales en aproximadamente como máximo 0.3 grados durante algunas décadas.

La evidencia científica muestra que los humanos ya hemos superado el grado positivo respecto a la era preindustrial, y subiendo. “Si hay un calentamiento aún más fuerte, el impacto de un gran mínimo solar sería aún menos pronunciado en comparación con el calentamiento producido”, explica Feulner.

De la tormenta solar a la tormenta terrestre

También se cree que el viento solar puede propiciar tormentas eléctricas, “pero eso es polémico y no se entiende bien en un sentido físico”, aclara Owen.

En realidad, lo que sí sabemos es que la “climatología” solar tiene un impacto en la electrónica terrestre. El “clima espacial”, variabilidad en las condiciones del viento solar, puede no afectar al clima y al tiempo, “pero puede dañar la electrónica de las naves espaciales, interrumpir las comunicaciones de radio y el GPS, causar sobretensiones en la red eléctrica y tener serias implicaciones para la salud humana en el espacio”, precisa el investigador.

Justamente, hace casi un año investigadores de la Universidad de Extremadura y del Southwest Research Institute de Estados Unidos presentaron un trabajo de buceo en los documentos que registraban la actividad solar de los últimos 400 años.

Desde las cartas “envenenadas” que se intercambiaron Galileo y el jesuita Scheiner, a los modernos registros de las actuales agencias espaciales. Con la estadística en la mano, “podemos estar tranquilos” aunque también alerta, según el profesor José Manuel Vaquero, coautor de este trabajo.

Se considera “poco apocalíptico” y que los peores escenarios ya han ocurrido, pese a que, con mínimos solares, también se producen tormentas solares.

Otro equipo español calculó qué la probabilidad de que en la próxima década se produzca un evento potencialmente catastrófico para las telecomunicaciones terrestres (como el Evento Carrington) no supera el 2%. Poco, pero nada despreciable.

La intensidad de las perturbaciones de la superficie solar, como fulguraciones y la eyección de masa coronal, y que afectan a nuestro escudo terrestre, se mide desde 1957 mediante un índice que centraliza los valores recogidos cada hora en estaciones repartidas para todo el planeta.

Como con los terremotos, se trata de estar preparados ante algo que seguro ocurrirá. Ahí, hasta Galileo puede ayudar.