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Una de las barricadas todavía en pie, a la entrada de la Universidad Politécnica de Hong Kong, tras el levantamiento del cerco policial (Justin Chin / Bloomberg L.P. Limited Partnership)
Cadena de protestas

Termina el asedio policial a la Universidad Politécnica de Hong Kong

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Tras casi dos semanas, la Policía de Hong Kong levantó hoy el estrecho cerco al que sometió a la Universidad Politécnica, escenario de los peores enfrentamientos entre los agentes y los manifestantes desde que en junio comenzaran las protestas contra el Gobierno local y el central de Pekín.

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Según dio a conocer la propia Policía, entre el jueves y la mañana del viernes se requisaron en su interior casi 4.000 cócteles molotov sin usar, otros 1.400 botes de gas, 600 botellas con productos corrosivos -algunos de ellos provenientes de los mismos laboratorios del centro- y otros 600 artículos de posible armamento, como flechas, arcos, un rifle de aire comprimido o varias catapultas caseras.

Durante estos dos días de búsqueda, la policía no encontró a ningún manifestante en su interior ni realizó ningún arresto.

La toma del recinto educativo por los activistas se produjo tras la muerte accidental de un estudiante

La toma de la universidad se produjo hace más de dos semanas cuando, en medio de un llamamiento a la huelga general por la muerte accidental de un estudiante, los manifestantes se atrincheraron en varios campus de la ciudad que reconvirtieron en fortines improvisados desde los que bloquear importantes vías de comunicación cercanas.

Los acantonados en la Politécnica, sita en el corazón de la península de Kowloon, aprovecharon su estratégica posición para cortar el tráfico del túnel que une ese territorio con la isla de Hong Kong, una vía clave por la que cada día pasan 110.000 vehículos. Cuando varios vecinos y los agentes quisieron levantar ese bloqueo, los manifestantes se lo impidieron con el lanzamiento de objetos, lo que provocó que la Policía decidiera tratar de entrar en el recinto. Como resultado, se produjo una batalla encarnizada en la que las rondas de gas lacrimógeno y los cañones de agua eran repelidas desde el interior por cientos de cócteles molotov y flechas.

Cuando la Policía se hizo con el dominio del exterior y controló los accesos, cientos de manifestantes radicales se refugiaron en el campus prometiendo seguir con su lucha. Desde entonces, la policía dijo que ha detenido a casi 1.400 personas –incluidas 810 que con el paso de los días se fueron entregando– y otras 567 en los alrededores. Entre ellos se cuentan 320 menores de 18 años, a los que se permitió regresar a sus casas tras tomarles los datos y fotografíarles, aunque eso no les exime de poder ser acusados en el futuro si se prueba su participación en actos ilegales.

Con difícil escapatorio, muchos de los acantonados acabaron entregándose

En estos días, los atrapados en el interior han tratado de escapar por las vías más bizarras: desde descolgarse por unas cuerdas hasta una carretera donde les esperaban sus compañeros con motos a tratar de huir a través de las alcantarillas. Si bien alguno lo consiguió, la mayoría tuvo que desistir y acabó entregándose. Ayer, se especulaba con la posibilidad de que una veintena permaneciera todavía escondida en el interior del recinto a la espera de que la Policía se marche, aunque no se ha podido corroborar.

El fin del asedio pone punto y final a uno de los capítulos más violentos de estas protestas y se produce en un momento clave para el movimiento prodemocrático, que el domingo logró una importante victoria electoral y ayer recibió el espaldarazo de Donald Trump con la firma de la Ley de Derechos Humanos y Democracia para Hong Kong. Tras de sí, queda un campus devastado en el que impera el caos, la basura y el mal olor y que necesitará una buena ducha de millones para recuperarse antes de poder recibir de nuevo a sus estudiantes.