https://cflvdg.avoz.es/sc/yrvEx3q8Xs_SjWgNuv9_Dvjsngs=/x/2019/11/29/00121575031802642937586/Foto/GN29P17F1_13487.jpg
Inés Arrimadas, este viernes, en el Congreso de los DiputadosÓscar Cañas

Arrimadas se queda al margen de la gestora de Ciudadanos para postularse como presidenta

Tiene cuatro meses para definir su plan para relanzar el partido

by

«Renovarse o morir. Hay que renovarse. Es una evolución lógica». Así de contundente se mostraba Inés Arrimadas en enero del 2017 en vísperas de la IV asamblea general que marcó un antes y un después en la historia de Ciudadanos. En ese cónclave, el partido abandonó la socialdemocracia para abrazar el liberalismo progresista. Una redefinición ideológica con la que su entonces presidente, Albert Rivera, intentaba relanzar el proyecto naranja de cara al ciclo electoral que estaba por llegar. Casi tres años después, y tras siete convocatorias electorales, Ciudadanos está obligado a renovarse si no quiere desaparecer. El batacazo en las urnas el pasado 10 de noviembre, que los dejó al borde de la extinción con tan solo diez diputados en el Congreso, se llevó por delante al único líder que ha tenido la formación en sus trece años de vida y bajo cuya sombra ha crecido. Rivera asumió en primera persona el catastrófico resultado y dio un paso al lado certificando el fin de una etapa. El mismo camino que siguieron sus escuderos más fieles: José Manuel Villegas, Fernando de Páramo y Fran Hervías.

Esta salida de Rivera despejaba el camino de la sucesión para Inés Arrimadas. De momento, la portavoz parlamentaria guarda silencio. Quiere ser escrupulosa con los tiempos y los procedimientos y se tomará los cuatro meses que tiene por delante para hablar con unos y con otros. «Voy a intentar hacer un proyecto que estoy convencida de que va a tener un amplísimo apoyo para relanzar este partido», aseguró este viernes tras recoger su acta de diputada.

En las filas naranjas esperan que Arrimadas no siga los pasos de Rivera y acabe bunkerizada con los más afines. Son muchas las voces que le piden que no limite los «cambios» a un intercambio de nombres, y se escuche la voz de los afiliados. Los principales líderes regionales —Juan Marín, Francisco Igea e Ignacio Aguado—, le reclaman además mayor protagonismo de los territorios en la futura dirección.

Pilotar la transición

Mientras la diputada diseña su proyecto y escoge al equipo con el que se presentará a las primarias, mantendrá distancias con la gestora que pilotará el partido. Arrimadas ha decidido apartarse de la dirección provisional, que este sábado será elegida por el consejo general y que encabezará su presidente Manuel García Bofill, para no interferir en el congreso que la elegirá, salvo sorpresa mayúscula, líder del partido. «Me he postulado para presentar mi candidatura, por lo que entenderán que me aparte», justificó.

La que será portavoz parlamentaria aspira, sin embargo, a controlar la gestora con personas de su confianza y en coordinación con el secretario general José Manuel Villegas, quien ya anunció su intención de hacer un traspaso de poderes ordenado para que «se cierre bien» la etapa de Rivera. El hasta ahora número dos de Cs tendrá un papel relevante en este órgano, que tomará las decisiones políticas, incluida la postura ante la investidura de Pedro Sánchez, lo que se interpreta como una nota de continuidad hasta que el cónclave de marzo cambie el rumbo del partido.

La composición de la gestora será decidida por los 160 miembros del consejo general en el que no suele haber debate y casi todo se aprueba por «unanimidad».